Читать книгу María Cambrils. El despertar del feminismo socialista (biografía, textos y contextos (1877-1939) онлайн

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Sin embargo, dicho esto, de forma paralela a estas prácticas y discursos de género mayoritarios, también las propuestas de igualdad entre mujeres y hombres han estado presentes, en mayor o menor medida, en las culturas obreras, y han tenido una enorme importancia cualitativa como referentes de otros posibles modelos identitarios. Desde las tradiciones culturales obreras se han generado también valores, formas de vida, actitudes y prácticas derivadas de planteamientos intelectuales y morales alternativos, a menudo ignorados o deslegitimados desde la ideología hegemónica. Una ideología que asociaba socialismo y anarquismo con inmoralidad y a las mujeres socialistas con escasa feminidad.

Más concretamente, en los socialismos la reflexión sobre la cuestión femenina representó un salto cualitativo respecto a los planteamientos de raíz ilustrada, por ejemplo, en cuestiones teóricas como el origen de la subordinación o las estrategias para conseguir la emancipación femenina. Se puede hablar en este sentido, de un feminismo obrero que reivindicó, desde las organizaciones de clase, mejoras para la vida de las mujeres trabajadoras.ssss1 El desarrollo del pensamiento feminista en la ideología socialista y en las clases trabajadoras –por tanto, no vinculado tan sólo a las mujeres de clases medias, como a menudo se ha considerado, ni reducido exclusiva y tópicamente a demandas sufragistas– contaba ya en el siglo XIX con una importante tradición en los primeros socialismos –fourierismo, owenismo, saintsimonismo, Flora Tristán–. En los socialismos vinculados al pensamiento marxista, este feminismo socialista se desarrollaría a finales del siglo XIX y comienzos del XX en propuestas específicas, que comenzaron a estar presentes en la Internacional Socialista desde su segundo congreso celebrado en Bruselas en 1891, pero que serían empujadas particularmente desde 1907 por la creación en su seno de la Internacional Socialista de Mujeres, liderada por Clara Zetkin, en el Congreso de Stuttgart, y posteriormente por la declaración del 8 de marzo como Día de la Mujer Trabajadora en el Segundo Congreso Internacional de Mujeres Socialistas, celebrado en 1910 en Copenhague,ssss1 y por las alternativas planteadas por Alejandra Kollontai en los primeros momentos de la revolución soviética, cuando todavía parecían abiertas muchas posibilidades.

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