Читать книгу Cómo ser un imán de atracción онлайн
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A Catalina le ocurría con frecuencia que, aunque a los tipos les encantaba bailar con ella y gozarse la fiesta a su lado, se cohibía y mentalmente se decía que ahí no pasaría nada. Total, a lo largo de la noche pensaba, actuaba y se relegaba a la ‘zona de amigos’. Su cabeza le repetía una y otra vez que nadie le iba a prestar atención.
Cuando nos dimos cuenta, descubrimos que ya teníamos mucho terreno ganado y que ahora era el momento de confiar y dar el siguiente paso. Si ya tenía buenos amigos, si ya se sentía cómoda de fiesta y rumbeando, y si los hombres la pasaban rico con ella bailando, esa energía era la que tocaba aprovechar para que diera ese paso y viviera una nueva experiencia. Y esto fue precisamente lo que pasó: hicimos que en vez de enfocarse en su “gordura” mientras bailaba, se enfocara en sus cualidades.
Dos meses después de estar en el proceso me habló de un chico que le gustaba. Y le dije: “Vamos a hacer lo siguiente, quiero que la próxima vez que vayas de fiesta con él, que bailes como sueles bailar y que empieces a coquetearle”. Le insistí en que no se trataba solo de bailar con cara de “ay la estoy pasando rico”, sino bailar con cara de “la estamos pasando rico”. La idea era aprovechar esa mirada en la que cierras un poco los ojos para mirar con coquetería, esa sonrisa muda, esa energía que se transmite a través de los ojos. Eso es maravilloso, porque como diría el poeta Octavio Paz: “El mundo cambia si dos se miran”. Así, ella empezó a coquetearle y a lograr esas conexiones cada vez que se veían y cuando bailaban.