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En el norte la situación no era muy distinta. La ayuda la canalizaba la llamada United States Sanitary Comission. Era una asociación de voluntarios, la más poderosa, y que surgió de la unión de sociedades formadas por los soldados de cada localidad y otras de ayuda a los pocos días de la batalla del fortín Sumter. Si las mujeres desempeñaron un papel relevante en ellas se debe a que tenían la experiencia de las asociaciones abolicionistas, de las que luchaban por los derechos de la mujer, de las que querían prohibir el consumo de bebidas alcohólicas, de otras encargadas de la mejora de la educación, etc. (480). La Sanitary como terminó por conocerse a la comisión tuvo como modelo su homóloga británica que trabajó en la Guerra de Crimea. Aunque en un principio la comisión estadounidense solo tenía potestad para investigar y aconsejar, la descentralización con que trabajaban en el norte, permitió a su presidente crear una asociación voluntaria que se ocupara de los soldados enfermos. Así, logró que médicos y civiles se unieran como personal sanitario en cada población. A finales de 1861 y comienzos de 1862, la comisión se había convertido en una fuerza política influyente. Al finalizar la guerra, más de tres mil mujeres habían colaborado, como voluntarias o con trabajos remunerados, para ella. No era esta la única. Hubo otras como la Western Sanitary Comission en el frente del Misisipi, o la Christian Comission creada por el YMCA en noviembre de 1861, cuyos objetivos incluían el consuelo espiritual de los heridos. (480-484).

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