Читать книгу Universidad y Sociedad: Historia y pervivencias онлайн
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Este carácter dialogante, que no eludía en ocasiones las polémicas académicas y de interpretación histórica o políticas de quienes discrepaba, lo mantendría tota la vida.43 Gemma Nierga, el día de la gran manifestación de Barcelona después de matarlo ETA, pudo decir: «Estoy convencida que Ernest, hasta con la persona que le mató, hubiera intentado dialogar; ustedes que pueden dialoguen por favor».44 En la campaña de las elecciones municipales de 1999, en una de las treguas de ETA, apoyó a Odón Elorza en Donosti, y en un mitin, mietras le insultaba la izquierda abertzale, les respondía con vehemencia desde la tribuna: «¡Qué alegría llegar a esta plaza y ver que los que ahora gritan, antes mataban y ahora solo gritan: qué alegría…! ¡Gritad más porque mientras gritéis no mataréis!».45 Entendía que el diálogo comenzaba por hacer comprensible la opinión de los contrarios y oponentes, lo que Jonan Fernández ha visto como «una visión muy creativa de la política».46 No era un hombre de temperamento doctrinario y ha sido definido como alérgico a las lógicas de aparato de partido,47 aunque hemos de decir que se supo manejar muy bien en el PSC y en todos los que estuvo. Estaba convencido de que un político, por negra, dura y compleja que fuese la situación, siempre tenía que buscar salidas y posibilidades de solución o mejora de problemas.48 Era consciente de los condicionamientos sociales que la acción política tenía y consideraba que todo político debía contar con ellos y ser hábil y operativo.49