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La estancia de Negrín en Las Palmas, a donde llegó en octubre de 1915, fue breve. Un año después se instalaba en Madrid al serle ofrecida por Santiago Ramón y Cajal la dirección del recién creado Laboratorio de Fisiología de la Junta para Ampliación de Estudios. Los libros se habían quedado en Leipzig y tardarían en llegar, lo hicieron acabada la guerra al regularizarse las comunicaciones y los transportes. La biblioteca médica y científica se acomodó en el Laboratorio; en tanto los libros de artes, letras, historia o ensayo, debieron ir a su domicilio de la calle Serrano. Es conocida la fotografía que muestra la biblioteca del Laboratorio. Fue publicada en la revista Residencia, en febrero de 1934. «Solamente la Biblioteca era amplia y estaba muy bien surtida», escribió José María García Valdecasas en 1961, «subscrita a las principales revistas científicas, de algunas de ellas existía la colección completa a partir del primer número. Con sus estanterías hasta el techo, plenas de libros, ofrecía un ambiente agradable y acogedor». Un ambiente que describieron otros discípulos como Rafael Méndez, José Puche, Francisco Grande Covián o Severo Ochoa: «La sala contigua, a la izquierda del mismo según se entraba, contenía una magnífica biblioteca. Esta biblioteca, creación de Negrín, era sin duda en aquellos tiempos las más completa que en el área de la biología existía en el país». Allí leyó Ochoa la obra de Jacques Loeb, The Mechanistic Conception of Life, publicado la Universidad de Chicago en 1912.4 Esa edición, que hoy aparece entre los fondos de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, bien pudo llegar desde el Laboratorio de la Residencia. Es, con toda probabilidad, uno de los libros olvidados de Negrín.

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