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A comienzos de 1926 su nombre aparecía junto a los de Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Manuel Azaña o Gregorio Marañón, entre otros, en el Manifiesto fundacional de «Alianza Republicana», clara muestra de su filiación progresista y del trato con los círculos intelectuales. Ese año significó un tournant en su biografía: publicó sus últimos trabajos de investigación –una versión mejorada de su estalagmógrafo, aparecida en el Boletín de la Sociedad Española de Biología– y se dedicó a la formación de un sobresaliente grupo de discípulos que lograron crear una escuela fisiológica de renombre internacional.8 También por entonces, la necesidad de aumentar sus ingresos le llevó a abrir un laboratorio de análisis clínicos –que pronto alcanzó reputación– y a editar un manual para estudiantes de medicina, tareas en las que contó con la ayuda económica de un familiar muy cercano, su tío Domingo López Marrero. A fines de 1927, con el sello Imprenta de Blass, apareció la obra Elementos de Bioquímica, escrita por sus discípulos José Hernández Guerra y Severo Ochoa de Albornoz, con una colaboración de Negrín, cuya autoría no consta, sobre «Enzimas». Era el primer libro español sobre la disciplina y no tardó en agotarse. La segunda edición, con ajustes en diferentes capítulos, apareció a fines de 1929 ahora ya con el crédito Editorial España. La tercera –Negrín no debió errar demasiado en el cálculo de sus ganancias– se acabó de imprimir en diciembre de 1932.9 Para entonces todavía atendía la cátedra –la Facultad de Medicina imprimió su programa del curso 1932-1933–, pero no tardó en solicitar la excedencia en la cátedra absorbido por las tareas políticas. Lo hizo en 1934.10

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