Читать книгу Universidad y Sociedad: Historia y pervivencias онлайн

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Mientras para la mayor parte de los profesores y autoridades académicas la vida universitaria discurría sin salirse de los cauces del movimiento nacional, entre los estudiantes, desde los cincuenta, comienzan los cambios. Marc Baldó o Ma Fernanda Mancebo los han analizado y muestran la creación de circuitos alternativos al régimen del sindicato único estudiantil: charlas y tertulias, lecturas y edición de revistas en las facultades –en la de derecho Diàleg–, cine clubs e incluso militancia en grupos de oposición. También se introdujeron listas o candidaturas a consejeros y delegados del sindicato único de estudiantes –hasta su desaparición en 1965– integradas por estudiantes independientes, alejados o contrarios al falangismo.49

VIDA ACADÉMICA NACIONALCATÓLICA

La vida universitaria más pública nos ofrece una cuidada mezcolanza de religión y falangismo; cualquier acto –apertura, homenajes, fiestas de patrones…– se inicia con celebración eucarística y se sigue de discursos falangistas y académicos, a veces difíciles de distinguir unos de otros. Casi cada curso podía tener –además de las ceremonias y celebraciones habituales– un gran momento de exaltación catolica: asunción de la virgen, María inmaculada o mediadora, reliquias de san José de Calasanz, procesión con el brazo de san Francisco Javier o coronación de la virgen de los Desamparados. José Pemartín, Director general de enseñanza superior, explicitaba en 1938 el proyecto nacionalcatólico: había que recatolizar la universidad, que no quedara piedra sobre piedra de la Institución libre de enseñanza, porque la enseñanza será patriótica, católica y leal.50

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