Читать книгу Universidad y Sociedad: Historia y pervivencias онлайн
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Entre los libros franceses estaban los veintiocho volúmenes de la primera edición de la Encyclopédie (París 1751-1772); también la edición príncipe del Traité élémentaire de chimie (1789), de Lavoisier; repertorios como el de Jacques-Charles Brunet, Manuel du Libraire et de l’amateur de livres (París, 1860-1878, 8 vols.); y las obras completas de Molière y de Balzac, aunque estas no se vendieron y se conservan en París, en el domicilio familiar. En lengua inglesa, Francis Bacon, Charles Darwin, Thomas Carlyle, los Sketches de William Bradford (1810) y el muy raro –«No copy has been offered for sale by auction in this country or America for the past twenty-five years», se lee en la entrada– de Bernaldino Delgadillo de Avellaneda, A Libell of Spanish lies, impreso en Londres en 1596. Entre los libros alemanes, junto a variadas colecciones médicas, como los 36 volúmenes de Ergenbisse der Physiologie (Wiesbaden-Múnich 1902-1932), se ofrecían obras completas de Goethe y Schiller; los Schriften (1925-1928), de Sigmund Freud; Werke, de Rainer Maria Rilke (Leipzig 1927); y la primera edición de Die Bestimmung des Menschen (Berlín 1800), de Johann Gottlieb Fichte. Aunque había ejemplares muy valiosos de la cultura humanista con autores como Tomás Moro o Ptolomeo, el rango y la densidad de la alta bibliofilia se alcanzó con libros españoles como el ya citado de Gómez Pereira. Valgan algunos ejemplos. La Compendiosa Historia Hispanica, de Rodrigo Sánchez de Arévalo, impresa en Roma hacia 1470; las Epistolas de Séneca (Toledo 1502); Crónica abreviada de España, de Diego de Valera, la Valeriana, como la llamó el autor, en las prensas sevillanas de Cromberger, en 1543; Los Seys libros de la Galatea, de Cervantes, por Cormellas (1618); diferentes ediciones de El Quijote; el Discurso Poético, de Juan de Jáuregui (1624); Conquista y Antigüedades de las Islas de la Gran Canaria (1676), de Juan Núñez de la Peña, que hace unos años editó Antonio Bèthencourt; el arbitrismo de la Representación al Rey (1732), de Miguel de Zavala, que se considera «An important work on political economy, of American interest»; los elegantes 18 volúmenes del Viage de España, de Antonio Ponz (1772-1794), o la Bibliotheca Hispana Vetus (Madrid, 1788, 2 vol.), de Nicolás Antonio, ambas en la Imprenta de Joaquín Ibarra. En un conjunto en el que, con la salvedad de la literatura científica y médica, predominan los autores clásicos sorprende encontrarse el Picasso, 1930-1935, de Christian Zervos (París, Cahiers d’Art, 1935), o Poems (Londres, The Dolphin Book, 1939), selección de poemas de García Lorca preparada por Rafael Martínez Nadal, traducidos por Stephen Spender y J. L. Gili, y editados por The Dolphin Book, sello que Gili había creado en 1934.42