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SÓCRATES. —Y yo creo que no hay nadie que no se vea forzado a reconocer…

ALCIBÍADES. —¿Qué?

SÓCRATES. —Que el hombre es una de estas tres cosas.

ALCIBÍADES. —¿Qué cosas?

SÓCRATES. —Y el alma o el cuerpo, o el compuesto de uno y otro.

ALCIBÍADES. —Conforme.

SÓCRATES. —¿Pero estamos conformes en que el alma manda al cuerpo?

ALCIBÍADES. —Lo estamos.

SÓCRATES. —¿El cuerpo se manda a sí mismo?

ALCIBÍADES. —No, ciertamente.

SÓCRATES. —Porque hemos dicho que el cuerpo es el que obedece.

ALCIBÍADES. —Sí.

SÓCRATES. —Luego no es lo que buscamos.

ALCIBÍADES. —Así parece.

SÓCRATES. —¿Es el compuesto el que manda al cuerpo, y este compuesto es el hombre?

ALCIBÍADES. —Podrá suceder.

SÓCRATES. —Nada menos que eso, porque en no mandando uno de los dos, es imposible que los dos juntos manden.

ALCIBÍADES. —Eso es muy cierto.

SÓCRATES. —Puesto que ni el cuerpo ni el compuesto de alma y cuerpo son el hombre, es preciso de toda necesidad, o que el hombre no sea absolutamente nada, o que el alma sola sea el hombre.

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