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SÓCRATES. —¿El valor no es una parte de la virtud, sino que es la virtud entera?
NICIAS. —Así me lo parece.
SÓCRATES. —Sin embargo, nosotros habíamos dicho que el valor no era más que una parte.
NICIAS. —En efecto, así lo dijimos.
SÓCRATES. —Y lo que entonces dijimos ¿no nos parece ahora verdadero?
NICIAS. —Lo confieso.
SÓCRATES. —Por consiguiente, aún no hemos averiguado lo que es el valor.
NICIAS. —Estoy conforme.
LAQUES. —Creía, mi querido Nicias, que tú lo indagarías mejor que cualquier otro, al ver el desprecio que me habías manifestado, cuando yo respondía a Sócrates; y había concebido grandes esperanzas de que, con el socorro de la sabiduría de Damón, lo hubieras conseguido.
NICIAS. —Vaya, Laques, que vamos perfectamente. No te importa nada aparecer muy ignorante sobre lo que es el valor, con tal de que haya aparecido yo tan ignorante como tú; solo esto has tenido en cuenta, sin calcular si es conveniente que ignoremos cosas que debe conocer todo hombre de buen sentido. Así son todos los hombres; no se miran a sí mismos, y solo fijan sus miradas en los demás. En cuanto a mí creo haber respondido medianamente. Si me he engañado en algo, no pretendo ser infalible, y me corregiré instruyéndome, sea con Damón, de quien parece te burlas sin conocerlo, sea con otros; y cuando me considere bien instruido, te comunicaré parte de mi ciencia; porque no soy envidioso, y me parece que tú tienes una gran necesidad de instrucción.