Читать книгу Obras Completas de Platón онлайн

431 страница из 839

HIPIAS. —Nada de eso.

SÓCRATES. —¿Consistirá en que no has podido persuadir a los jóvenes lacedemonios de que tu enseñanza les aprovecharía más que la de sus padres? ¿O bien no pudiste convencer a sus padres de que les era mejor encomendar sus hijos a tu cuidado y no al suyo, para recibir mayor instrucción? Porque no es creíble que por pura rivalidad se hayan opuesto a que sus hijos se hagan virtuosos.

HIPIAS. —No, yo no lo creo.

SÓCRATES. —¿Lacedemonia no está gobernada por buenas leyes?

HIPIAS. —Ciertamente.

SÓCRATES. —Pero en las ciudades bien gobernadas la virtud tiene gran estimación.

HIPIAS. —Es cierto.

SÓCRATES. —Por otra parte, tú eres el hombre más capaz del mundo para enseñar la virtud.

HIPIAS. —Sin duda, Sócrates.

SÓCRATES. —¿No sería principalmente en Tesalia o en cualquier otro país, en que se tenga afición a enjaezar caballos, donde sería perfectamente recibido un buen picador, prometiéndose grandes utilidades, mejor que en ningún otro punto de Grecia?

HIPIAS. —Así debe suceder.

Правообладателям