Читать книгу Obras Completas de Platón онлайн

445 страница из 839

SÓCRATES. —No conoces a este hombre, Hipias, ni conoces su terquedad; no deja pasar nada sin fijarse bien en ello.

HIPIAS. —No importa, Sócrates. ¿Puede menos de rendirse a la verdad? Si la combate indebidamente, habrá que tratarle como un hombre impertinente.

SÓCRATES. —Estoy seguro, amigo mío, de que lejos de contentarse con esta respuesta, me dirá burlándose: «Imbécil, ¿crees que Fidias fuese un artista ignorante?» «De ninguna manera», le respondería.

HIPIAS. —Muy bien.

SÓCRATES. —Muy bien. Pero cuando le haya dicho yo que tengo a Fidias por un escultor hábil, proseguirá diciendo: «¿Piensas que Fidias no haya sabido lo que es bello?» «¿Para qué me preguntas eso?», le diría yo. «Porque no hizo de oro ni los ojos, ni el semblante, ni las manos, ni los pies de su Atenea, sino que los hizo de marfil; sin embargo, según tú, debió hacerlos de oro para ser enteramente bellos. Ésta es una falta que Fidias cometió por ignorancia, por no haber sabido que el oro hace bellos todos los objetos a que se aplica». ¿Qué se dice a esto, Hipias?

Правообладателям