Читать книгу La escritura de la memoria. De los positivismos a los postmodernismos онлайн

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La sociología de Durkheim se imponía finalmente entre las nuevas corrientes historiográficas francesas. Ella representaba el final del dominio de la historia narrativa –que no recuperará su preeminencia hasta los años setenta–, la caducidad de la filosofía de la historia –que había sido una de las disciplinas estrella en el siglo XIXssss1 y que resurgirá, revitalizada, durante los años treinta y cuarenta– y, sobre todo, la sensación de que se abría una nueva era: la implantación de una historia donde se priorizaban los fenómenos sociales por encima de los políticos y que era capaz de articular eficazmente el discurso teórico junto al empírico.

El debate historiográfico en Alemania estaba, por su parte, todavía algo alejado de estos postulados, porque allí el historicismo seguía teniendo un peso enorme. Durante los primeros veinte años del siglo, destaca la labor de Max Weber (1864-1920), uno de esos intelectuales poliédricos que consiguen un notable influjo en los más diversos ámbitos de las ciencias sociales al no adscribirse explícitamente a ninguna de ellas. El sociólogo alemán era el clásico pensador de tercera vía, en su interés por encontrar una alternativa intermedia entre el conservadurismo prusiano y el materialismo progresista de corte marxista.

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