Читать книгу La escritura de la memoria. De los positivismos a los postmodernismos онлайн

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La progresiva profesionalización de las diferentes disciplinas, acelerada durante el último tercio del siglo XIX en Francia y Alemania, afectó de modo muy diverso a cada una de ellas. La reforma universitaria llevada a cabo durante la Tercera República en Francia, no se detuvo en la reorganización de las disciplinas enseñadas tradicionalmente en las facultades. También se preocupó por introducir nuevas disciplinas, especialmente las «ciencias sociales» que, en la época de entresiglos, estaban teniendo tanta aceptación. La geografía había encontrado rápidamente unas formas eficaces de institucionalización académica. La economía política empezaba a ser una disciplina independiente en las facultades de derecho. La psicología permanecía dividida entre las facultades de filosofía y medicina. La etnología estaba relegada como un aspecto de la historia de las religiones. Más o menos consolidadas, todas estas disciplinas sociales no nucleares, tenían su espacio en el mundo académico.

Sin embargo, la sociología, a pesar de su progresivo prestigio como el campo privilegiado de la unificación de las ciencias sociales, no tuvo este reconocimiento: su enseñanza se repartirá entre las facultades de literatura –anexa a la de filosofía hasta los años sesenta del siglo XX– y las de derecho. De ahí su definición de un organismo con una cabeza de gigante con cuerpo de enano, que hace referencia a su enorme influjo en las restantes ciencias sociales pero su escasa implantación institucional.ssss1 Esa falta de anclaje institucional explica probablemente la enorme influencia que tendrán durante esos años algunas revistas como la Revue historique de Gabriel Monod (1876), L’Année sociologique de Émile Durkheim (1898), la Revue de synthèse historique de Henri Berr (1900) o los Annales d’histoire économique et sociale de Marc Bloch y Lucien Febvre (1929): ellas suplirán la función que correspondería, en circunstancias normales, a instituciones como las universidades o los centros de investigación. La débil institucionalización de la sociología contrasta notablemente con el éxito intelectual y la proyección científica de la escuela durkheimiana.

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