Читать книгу La escritura de la memoria. De los positivismos a los postmodernismos онлайн

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En la última fase de su obra, Durkheim entra de lleno en la inserción de lo espiritual en el contexto social, a través de un ensayo sobre la religión, publicado originariamente en 1912.ssss1 A partir de entonces ese será uno de los temas que, paradójicamente, tendrá un mayor interés para los sociólogos. La religión es un fenómeno social, que se manifiesta a través de costumbres, celebraciones y rituales. Durkheim se refiere también a la interrelación entre la sociedad y los valores religiosos: así como los sentimientos colectivos deben objetivarse en los símbolos religiosos para ser eficaces, el simbolismo religioso asegura la permanencia de los comportamientos sociales. Hay una función social de la religión y, por tanto, una sinergia entre la religión y la sociedad. La religión legitima los comportamientos sociales y, al mismo tiempo, la sociedad sostiene y asegura la existencia de la religión, porque es todo uno con la sociedad de que forma parte.

El pensamiento de Durkheim se ha estudiado desde diferentes prismas, como el político, el religioso o el económico. Sin embargo, todavía se ha analizado escasamente la función fundamental que juega la historia en su pensamiento y su obra.ssss1 De hecho, Durkheim inspiró su obra particularmente a través de tres ciencias auxiliares de la sociología: la estadística moral, la etnografía y la historia.ssss1 La tercera de ellas, la historia, es un complemento necesario para la sociología. Así lo declaró en uno de sus artículos más programáticos, donde postulaba que las teorías generales de los sociólogos debían ser confirmadas por los estudios inductivos de la historia.ssss1 La sociología necesita de los historiadores: de hecho, no se puede hablar de sociología si ésta no tiene un carácter histórico. La divulgación de la obra durkheniana desató un intenso debate en el seno de la misma historiografía, que se empezó a deslizar hacia las teorías de amplio alcance preconizadas por los nuevos sociólogos, abandonando progresivamente los postulados radicales de los últimos positivistas como Seignobos, cuya tendencia al detallismo poco tenía ya que ver con las aspiraciones sintéticas del primer positivismo.ssss1 Era algo así como volver a los postulados originales del Comte más sociológico. En esta contienda, los historiadores que iban alcanzando mayor prestigio, como Henri Berr, Lucien Febvre o Marc Bloch, se decantaron decididamente por el diálogo de la historia con las ciencias sociales, lo que aisló definitivamente a los apologistas del método histórico-documental.ssss1

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