Читать книгу Melanie Klein. Envidia y gratitud. La matriz del odio y del amor онлайн

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Se puede entender, sin regateos, que existan personas en el terreno del arte o la ciencia cuyas capacidades pueden conducirlas a cimas extraordinarias de desarrollo y creatividad. ¿Se diría de Mozart, cuyas primeras composiciones fueron realizadas a los cinco años de edad, que fue un gran músico porque el ambiente lo determinó? Curiosamente, este talento o dotación natural es algo creíble, un don, y aceptado por los psicoanalistas cuando opera en el campo del arte o la ciencia, pero no así para pensar a una criatura humana cuyo talento sea sobresaliente para la expresión profunda y hasta “creativa” de la agresión y la malignidad. Los Mozart nacen; los Hitler se hacen, se nos diría.

No se trata de una discusión causalista respecto de la génesis de los impulsos destructivos; toda explicación causal en psicoanálisis, como lo propone Bion, no es más que la necesidad de afirmar que una teoría es falsa y otra verdadera. Una teoría de la mente, piensa Bion, debe evaluarse en función de su utilidad para la comprensión de un problema psíquico determinado. Tasar a una teoría como superior y a otra como inferior o pensar en las teorías psicoanalíticas desde una perspectiva causalista cae inevitablemente en la alucinosis.

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