Читать книгу Enemigos íntimos. España y los Estados Unidos antes de la Guerra de Cuba (1865-1898) онлайн

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Aprovechando la nueva libertad de cultos, en 1871 llegó a España una pareja de misioneros congregacionalistas. El matrimonio Gulick se instaló en Santander para hacer proselitismo protestante. Con el paso del tiempo, los Gulick fundaron un duradero internado femenino —que se convertiría en el actual Instituto Internacional— y establecieron estrechos lazos con los institucionistas españoles36.

Los diplomáticos españoles también empezaron a difundir su visión de los Estados Unidos. Antes de 1868, los gobiernos españoles ya publicaban ocasionalmente en la Gaceta de Madrid las memorias comerciales enviadas por los cónsules en los Estados Unidos, pero su frecuencia se multiplicó después de la Revolución. Estas memorias consulares rara vez se limitaban a la información económica, y a menudo incluían análisis políticos e incluso sociales. En la mayoría de los casos, se transmitía una imagen muy positiva de los Estados Unidos. No sólo se admiraba la rapidez de la recuperación económica de posguerra, sino que se elogiaba su modelo político. Para Carlos Pié, cónsul en Nueva Orleans, los Estados Unidos eran “un país modelo de libertades”37. El cónsul en Filadelfia, Ricardo A. Palominos, se entretenía en la descripción de la ciudad donde se “expidió la memorable declaración de Independencia, Palladium de las libertades nacionales, como orgullosamente dicen los americanos” 38. El cónsul en Portland, Tomás Lozano, sería el que manifestaría más expresivamente su admiración por los Estados Unidos: “Este pueblo, Excmo Sr, que tanto y nunca bastante merece ser elogiado”; “Esta República, cuyos ciudadanos e instituciones tengo por excelentes”39.

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