Читать книгу La Unión Europea. Historia de un éxito tras las catástrofes del siglo XX онлайн
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La paciente reconstrucción de las relaciones entre los enemigos de ayer mismo en España, consecuencias de la Guerra Civil, o en toda Europa, con el choque entre las democracias y el fascismo y, más tarde, con el totalitarismo estalinista, fue obra tanto de los intereses como de las convicciones, en ambos casos extensamente compartidos por la ciudadanía. El horror del pasado inmediato, la necesidad de cubrir la brecha abierta por la desigualdad y la aspiración a la prosperidad en libertad actuaron de modo conjunto para obtener resultados plasmados en el Tratado Constitutivo de la Comunidad Económica Europea, primero, y a partir del salto adelante de Maastricht en 1992, para sentar las bases constitucionales e institucionales de lo que hoy conocemos como UE.
Si la primera fase de la recuperación continental fue tildada por la izquierda no socialdemócrata de «Europa de los mercaderes», con la extrema derecha acallada por los efectos del fascismo, la última, sobre todo a partir del fracaso constitucional de 2004 (Tratado para una Constitución europea, no se olvide), podría ser calificada de la resurrección de los intereses estatales, de las minorías económicas y sociales que ejercen su poder por encima de los propios gobiernos representativos. En especial cuando la crisis sistémica de 2008 dejó sentir sus efectos letales sobre los pilares fundamentales de la propia UE: el bienestar compartido, la seguridad del empleo y los servicios sociales, la solidaridad interterritorial, la aplicación efectiva de los valores ampliamente compartidos respecto a los flujos de refugiados e inmigrantes, o el desarrollo y la aplicación de las políticas efectivas de igualdad de género en todos sus aspectos, personales, como el matrimonio y la reproducción, o salariales.