Читать книгу La Unión Europea. Historia de un éxito tras las catástrofes del siglo XX онлайн
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Los efectos de la ortodoxia se han dejado sentir con brutal repercusión sobre la vida y hacienda de la ciudadanía, incluida aquella parte que con su voto incrementa las amenazas sobre el sistema económico, social y político que hemos considerado como propio de la democracia avanzada y participativa.
El incremento pavoroso de la desigualdad no solo genera desesperación entre amplias masas de ciudadanos, desposeídos de su horizonte seguro, de servicios sociales, educación, salud o pensiones. Genera además la precarización del empleo, la desigualdad de acceso a este, una precarización que pulveriza los avances conseguidos en la retribución igualitaria entre mujeres y hombres y que devuelve a la mujer, con faldas –como requiere el nuevo presidente de Estados Unidos–, a tareas secundarias, y al hogar, por supuesto heterosexual: Kinder, Küche y Kirche, tan fáciles de asimilar a la organización racista norteamericana KKK.
El precariado, además, no estimula la demanda interna, con lo que los profetas de los viejos tiempos fascistas entran en contradicción: la recuperación económica pasa por la globalidad, y no por el encierro autárquico. Con mayor razón si se aprestan a la guerra comercial o a la especulación financiera, con la creación de paraísos fiscales, como los que emprendieron actuales responsables de la UE cuando rigieron sus países, como Luxemburgo y J. C. Juncker, u Holanda y Dijsenbloem. O la no menos discutible acrobacia del presidente Durao Barroso, cuyas consecuencias, en todos los casos, inducen a la desconfianza de los ciudadanos.