Читать книгу La Unión Europea. Historia de un éxito tras las catástrofes del siglo XX онлайн

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De algún modo, la extensión de las formas democráticas, que no de los contenidos políticos y morales de la democracia, ha consistido en una rebaja de la calidad de esta. Una igualación hacia abajo de los valores, formas y contenidos de la propia democracia. No se trata desde luego de una circunstancia estrictamente europea, pero sí de una ausencia clara de la voluntad política europea en lo que concierne a los derechos humanos y libertades básicas proclamadas en los propios textos constitucionales de la UE, el Tratado de la Unión y el Tratado de Funcionamiento de la Unión a partir de Maastricht 1992, tratado fundamental del que también se cumple el vigésimo quinto aniversario en este 2017.

De hecho, de acuerdo con las formas nadie puede discutir u objetar –salvo las trapacerías electorales, de las que no están exentas democracias de largo recorrido como la de EE. UU.– que Rusia no cumple la formalidad, incluso con cierto pluralismo político. De la misma manera que Hungría y sus gobernantes amordazan la libertad de expresión o fomentan la xenofobia, pero lo hacen desde el cumplimiento de las formalidades electorales establecidas.


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