Читать книгу La Unión Europea. Historia de un éxito tras las catástrofes del siglo XX онлайн
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Los orígenes internos de la falta de una comunidad europea de defensa hay que buscarlos en un complejo conjunto de causas concatenadas. Así, antiguas potencias imperiales que forman parte de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, Francia y el Reino Unido, deciden mantener su poder militar, e incluso aventurarse en acciones militares, como Suez en 1956, o en las guerras coloniales sucesivas desde Argelia hasta Vietnam o Kenia, con el amparo asimismo de Portugal y sus luchas coloniales. De hecho, el Reino Unido y Francia incorporan a su estrategia de defensa el arma nuclear y un despliegue reducido a escala planetaria. Los últimos coletazos en forma de intervenciones en Libia, funestas para el equilibrio mediterráneo, entre otras intervenciones africanas.
El segundo elemento que contribuye a explicar el desinterés europeo por la defensa cabe encontrarlo en la memoria de los efectos del militarismo, como expresión de los intereses de clase, y del seguidismo de los nacionalismos estatales, que confluyeron en dos guerras mundiales; y junto a los totalitarismos, el peor de los horrores en suelo europeo. Ni los gobiernos ni menos aún los pueblos podían formular una propuesta de defensa que implicara la totalidad de los requerimientos de una movilización universal. La amenaza soviética era contemplada no solo desde el punto de vista militar, sino más frecuentemente como una amenaza sobre el sistema democrático. Los gobiernos se apresuraron en garantizar bienestar a la ciudadanía como vacuna ante la tentación soviética.