Читать книгу La Unión Europea. Historia de un éxito tras las catástrofes del siglo XX онлайн
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La «desaparición del enemigo soviético» no contribuyó a exacerbar los ánimos defensivos europeos, al contrario: se entendió que desaparecida la amenaza, la defensa debía ocuparse de nuevas amenazas, como las derivadas del terrorismo global, en especial el nacido al amparo del islamismo fundamentalista, radical. En todo caso, y a la vista de conflictos sobre suelo europeo, como los de la antigua Yugoslavia, se desarrolla una doctrina militar junto a una nueva perspectiva del derecho internacional, la que permite la intervención por razones humanitarias en los asuntos internos de otros estados, un derecho a la injerencia y a la vez una doctrina militar de contención, separación de fuerzas combatientes y de estabilización de las fuerzas opuestas con garantías para todas las poblaciones.
La permanencia de las doctrinas militares, ahora de defensa, en las estructuras operativas sigue siendo un elemento del que los estados no prescinden, más allá de las declaraciones de sus representantes y de los objetivos genéricos que señalan los tratados: un comité militar, alguna experiencia de colaboración en ciertas unidades, como la brigada franco-alemana, y poco más. El paraguas acomodado a todos es la OTAN, reservando a los ejércitos estatales funciones poco adecuadas a una defensa disuasoria ante posibles amenazas o agresiones exteriores.