Читать книгу La Unión Europea. Historia de un éxito tras las catástrofes del siglo XX онлайн

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1. Retornar la centralidad a la ciudadanía, lograr su complicidad.

2. Liderar la multilateralidad de las relaciones internacionales.

3. Acelerar la plena integración de la Unión Europea con el objetivo de una Unión política, social, económica, cultural y sostenible medioambientalmente.

4. Establecer una política de paz y cooperación en los escenarios vecinos y en las relaciones multilaterales.

En realidad, estas proposiciones no son originales ni se pretende que lo sean. Por el contrario, están inscritas en el origen y evolución de la actual UE, más aún, forman parte de los tratados de la Unión Europea en vigor. Requieren el impulso, de algún modo fundacional, para, con los instrumentos disponibles, implementar las acciones que contribuyan a su aplicación.

La devolución a la ciudadanía de su centralidad y protagonismo es un requisito básico para colmar lo que algunos críticos, con cierto grado de razón, han calificado de déficit democrático del edificio institucional de la UE, y concluir con el secuestro por parte del Consejo Europeo y de los organismos burocráticos especializados de esa especie de secreto en que se envuelven y autoprotegen los encargados de la gestión de los asuntos que afectan al conjunto de la ciudadanía. La gestión de las negociaciones del fallido por ahora TTIP ha sido objeto de duras críticas, fundamentadas, respecto a los contenidos, alcance y repercusiones de un tratado que afectaba a las PYME, a los derechos laborales, a elementos tan decisivos como las funciones jurisdiccionales, cuyo pilar fundamental, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, podía resultar postergado en favor de arbitrajes incluso en los litigios entre las corporaciones multinacionales y los estados miembros. Es tan solo un ejemplo.


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