Читать книгу La Unión Europea. Historia de un éxito tras las catástrofes del siglo XX онлайн
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La capacidad de ejercer el liderazgo europeo remite a la cuestión de la comunidad de defensa por una parte y a la consolidación efectiva de las relaciones internacionales de la UE por otra. En el primer caso ya vimos las dificultades y el reto lanzado por la nueva Administración de EE. UU. respecto al papel, funciones y objetivos de la OTAN. Las limitaciones son importantes, y solo un empeño decidido puede contribuir a que la fuerza suceda a la razón, en especial en cuanto se refiere a las misiones de paz y seguridad en los escenarios próximos al territorio continental. Un despliegue planetario de la fuerza europea solo cabe en las mentes calenturientas de los nostálgicos de los viejos imperios, una doctrina anacrónica además de irrealizable en términos de esfuerzo económico, humano y tecnológico.
Por el contrario, en las relaciones internacionales, además de avanzar en la consolidación de la estructura política y burocrática, sin requerir grandes modificaciones, por así decir constitucionales, esto es, la enmienda a los tratados, se trata de la congruencia exigible a los estados miembros en el supuesto necesario del rechazo a la bilateralidad y el combate contra la polarización de la escena mundial. Esto viene a decir que los estados miembros han de ceder competencias de relaciones exteriores a la UE mediante la propia estructura institucional que ya opera de manera secundaria. La voz europea común, manifestación del peso demográfico y económico, tiene su razón de ser en el bagaje cultural, moral, de valores, de paz, que puede reclamar y hacerse oír en los organismos internacionales subsistentes, y ante los poderes que quieren resucitar la polarización de las relaciones internacionales.