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ssss1 Para ser justos con Spencer, debemos señalar que era más cauteloso que Mill al hablar de la dirección del cambio social, ya que preveía la posibilidad de un cambio histórico desde los modelos industriales a los modelos militantes de organización social.

I. ¿QUÉ ENTENDEMOS POR «VIOLENCIA ORGANIZADA»?

¿QUÉ ENTENDEMOS POR «VIOLENCIA»?

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Todos estos usos e interpretaciones diferentes de lo que constituye la violencia indican que no existen criterios inequívocos y universalmente aceptados para diferenciar un acto violento de uno que no lo es. Esto no quiere decir que deba aceptarse una posición relativista y considerar cualquier acción como violenta o no violenta. Más bien, esta gran variación interpretativa implica que cada acto violento se sitúa en un contexto social e histórico específico y, como tal, depende de percepciones y experiencias sociales concretas. En otras palabras, la violencia es un fenómeno históricamente enmarcado y socialmente dinámico, cuyo significado cambia a través del tiempo y el espacio. Sin embargo, a diferencia de la «cultura» o los «derechos», que son conceptos extremadamente flexibles que pueden adquirir significados profundamente diferentes, casi mutuamente excluyentes –y así lo han hecho a lo largo del tiempo–, la violencia es un fenómeno dinámico y mucho más constante. Por ejemplo, el concepto derechos ha cambiado su significado de manera sustancial a lo largo de la historia: de los derechos heredados de una sola familia («los derechos divinos de los reyes»), al privilegio de un grupo con una categoría de estatus determinada (aristocracia, grandes terratenientes, hombres blancos con propiedades, etc.), para convertirse en una prerrogativa legal de todos los ciudadanos que habitan en un determinado Estado nación. En cambio, el concepto violencia no ha sufrido una transformación tan drástica: el hecho de matar a otro ser humano fue considerado un hecho tan violento hace diez mil años como lo es ahora. Sin embargo, el marco social e histórico específico de lo que supone un asesinato en concreto sí ha cambiado sustancialmente. Mientras que, en algunos periodos de la historia, un aristócrata tenía el derecho a quitarle la vida a un campesino que no siguiera las normas, los principios éticos y legales del mundo contemporáneo no dejan espacio a este tipo de actos. Por lo tanto, aunque las interpretaciones históricas de lo que constituye la violencia cambian, este proceso es mucho más lento y más limitado que en el caso de otros muchos fenómenos sociales. Además, la violencia también es diferente en el sentido de que es un concepto gradual: incluye diversas prácticas que varían en escala, magnitud e intensidad del daño físico, moral o emocional. Obviamente, hay una diferencia sustancial entre proferir insultos obscenos contra un persona y quitarle la vida; sin embargo, ambos han sido caracterizados como formas de comportamiento violento. No obstante, esto no quiere decir que esta naturaleza gradual de la violencia sea universal y fija desde el punto de vista histórico y geográfico. Por el contrario, si se quieren comparar varios órdenes sociales a través del tiempo y el espacio, es evidente que, en algunos contextos, los insultos verbales pueden considerarse mucho más ofensivos y violentos que la muerte de otro ser humano. Por ejemplo, el insulto blasfemo contra la autoridad divina puede suponer de manera instantánea la pena de muerte, mientras que el linchamiento de un blasfemo o un apóstata puede ser considerado un acto virtuoso.

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