Читать книгу El auge de la brutalidad organizada. Una sociología histórica de la violencia онлайн

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En cambio, otros autores argumentan que la violencia no puede reducirse a la dimensión corporal, ya que tanto el dolor físico como el emocional pueden producirse por medios no físicos. La exposición habitual a episodios de humillación severa puede fomentar un comportamiento suicida; las experiencias prolongadas de miedo y tensión pueden, en última instancia, causar ataques cardíacos; un ambiente de trabajo que genere estrés podría tener repercusiones en el aumento de la violencia doméstica; estar habitualmente expuesto a un ambiente de trabajo peligroso o a alimentos contaminados puede causar enfermedades graves, dolor o incluso la muerte. Scheper-Hughes y Bourgois (2004: 1) insisten en ello: «La violencia también incluye agresiones contra la persona, la dignidad o el sentido del valor de la víctima. Las dimensiones sociales y culturales de la violencia son las que le dan a la violencia su poder y significado».

Además de cuestionar la dimensión física, los investigadores también han debatido la idea de la intencionalidad. Aunque muchos actos de violencia están planeados y calculados, y son premeditados, la mayoría de los desenlaces violentos se producen de manera involuntaria. Por un lado, cuando se analiza un episodio violento, es necesario distinguir entre el motivo de la persona y el resultado de la acción concreta. Como señala Felson (2009) de manera acertada, para explicar adecuadamente los procesos que llevan a la violencia, es importante tener en cuenta a todas las personas involucradas, no solo a las víctimas y a los que observan, sino también a los que la perpetran, ya que sus motivos también varían. En muchos casos, la motivación del autor del acto violento puede no estar vinculada necesariamente a los desenlaces violentos que se producen. Esta cuestión puede ampliarse aún más para diferenciar entre los conceptos legales y sociológicos de la violencia. Si bien los sistemas legales de todo el mundo se centran, por razones obvias, en las víctimas de la violencia y como tales tienen que operar con los significados fijos de lo que constituye un acto violento, la comprensión sociológica de las experiencias individuales y colectivas de la violencia presenta inevitablemente más matices. Mientras que en los sistemas legales el énfasis descansa en la responsabilidad y en la intencionalidad individual, u ocasionalmente colectiva, de los actos violentos según la forma en que la ley define la actividad criminal, la sociología se centra en explicar la compleja dinámica de los episodios violentos. Dado que cada situación o episodio violento es diferente y muchos están causados por la confluencia de diferentes factores, algunos de los cuales podrían no tener un único origen o podrían no estar necesariamente planeados, el análisis sociológico rara vez dará respuestas que satisfagan a los expertos legales. Por ejemplo, una agresión física a un oficial de policía es algo que está claramente definido y es severamente castigado en la mayoría de los sistemas legales de todo el mundo. Dado que la agresión a la policía se interpreta legalmente y casi de manera uniforme como un ataque al Estado, la dureza del castigo legal no está determinada por la experiencia individual del acto violento, sino por la amenaza que este tipo de ataque representa para la autoridad del Estado. Así que golpear despiadada e implacablemente a un drogadicto sin techo normalmente contará menos que escupir o abofetear a un oficial de policía. Aunque el grado de violencia desplegada es sustancialmente mayor en el primer caso, los sistemas legales juzgarían el segundo como mucho más violento. Además, aunque todos los seres humanos experimentan dolor, el grado de daño físico y emocional que experimentan los individuos puede diferir sustancialmente, pero por lo general esta cuestión no se refleja en el derecho penal. Desde el punto de vista legal, todas las categorías de comportamiento violento/crimen conllevan el mismo grado de castigo, por lo que el tema clave es cómo se clasifica legalmente una forma concreta de violencia. Como la legislación penal distingue claramente entre una agresión a un policía y una agresión a un civil, presta poca atención a la similitud o a la diferencia entre las experiencias individuales de los actos violentos.

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