Читать книгу El auge de la brutalidad organizada. Una sociología histórica de la violencia онлайн

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Esta complejidad de la experiencia violenta en relación con la intencionalidad y la corporalidad ha llevado a numerosos sociólogos a adoptar definiciones de violencia mucho más amplias. Por ejemplo, el concepto de violencia estructural de Johan Galtung (1969) fue uno de los primeros intentos por incluir el comportamiento no intencional y no físico en la definición de una acción violenta. Así las cosas, la violencia estructural abarca todas las restricciones estructurales que impiden que los seres humanos aprovechen todo su potencial, en el que se incluye un acceso desigual a los recursos, la sanidad, la educación, la protección legal y el poder político. En concreto, se considera que la violencia estructural está arraigada en las relaciones sociales desiguales que tienen un efecto desproporcionado en los individuos y en los grupos que se encuentran en la parte inferior de los sistemas de estratificación. Galtung identifica la violencia estructural como una fuerza que causa muertes prematuras, discapacidades a largo plazo, desnutrición o hambre. En una obra posterior, Galtung (1990) también introduce el concepto de violencia cultural, que se interpreta como un mecanismo social para la legitimación de la violencia estructural. Este término se refiere a la variedad de discursos culturales que se despliegan para justificar la existencia de la violencia estructural, entre los que se incluyen las doctrinas ideológicas, las enseñanzas religiosas y los lenguajes artísticos, así como el uso del razonamiento científico.

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