Читать книгу La transición española. Una visión desde Cataluña. Tomo I онлайн

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Sin duda aquellos meses comenzaban a ser para el gobierno un lastre difícil de llevar, pues todo parecía ir en su contra, más si sumamos el fallecimiento el día 13 del ministro secretario general del Movimiento, Fernando Herrero Tejedor, víctima de un accidente de tráfico. Aunque el cargo fue ocupado con rapidez por José Solís Ruiz que siguió en la línea continuista de su predecesor, era notorio que dentro del Ejecutivo había una sensación de provisionalidad en sus movimientos intentando dejar todo bien atado antes del irremediable final de un largo ciclo político.

En pleno mes de junio, Felipe González Márquez, recién elegido secretario general del PSOE en Suresnes (Francia), fue entrevistado en Barcelona, preguntándosele:

¿Por qué el PSOE se ha mostrado tan reticente a los hechos regionales?:

«El PSOE —decía González— fue la primera organización de clase trabajadora que dio una respuesta a los problemas de las diferencias regionales y nacionales del Estado español. Desde hace más de 50 años propugnó una Constitución federalista. También es cierto que ha habido durante algunas décadas una práctica centralista de la que se ha hecho un serio análisis autocrítico, como se deduce de las resoluciones del último Congreso, yendo a una formulación que adecua perfectamente la definición estatutaria con la práctica política. Para nosotros hay una unidad sustancial de intereses a nivel de clase trabajadora como resultado lógico de la confrontación de esta con la clase poseedora. Respetando esa unidad sobre la que habrían de definirse las líneas maestras de una estrategia de clase, creemos en la necesidad y posibilidad de que haya una respuesta nacional y regional de carácter socialista a los problemas específicos de todas las zonas diferenciadas del Estado español.»445


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