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¿Hay que decir que hoy la obra no mantiene otro lazo con el público más que por medio del gusto artístico que le comunica? No exactamente, ya que la obra le aporta aún un mensaje, pero la relación entre el público y ella no es previo, y el arte crea una comunión que no le preexiste. Por otra parte, además, las creencias y los valores que cimentan la comunidad no son necesariamente, desde luego, los que el objeto estético a su manera expresa: estos no se hallan casi en la masa, por ello crean un público.

¿Es hoy posible un arte de masas? Uno está tentado de creerlo así, si se piensa en las muestras que presenta: la imaginería religiosa en su mayoría, los films de Hollywood, la novela policiaca. Se trata de un arte comercializado cuyas obras se producen en serie, en realidad es una usurpación de las técnicas del arte por parte de los comerciantes, y esto de hecho no es suficiente para proscribir sin más la idea de un arte de masas. Pero si el diálogo de hoy no llega a establecerse entre la masa y el arte, ni siquiera en literatura, como Sartre lo confiesa, es quizá porque falta el terreno para una entente de una fe común. Si una fe viva atraviesa la comunidad, el artista se sentirá tocado por ella y resonará en el objeto estético; esto se vio claramente, aunque por poco tiempo, en Rusia, antes de que el arte fuese dirigido: los films de Eisenstein son a la Revolución lo que los persas son a la Grecia del Maratón; pero mientras que esta fe no exista, el artista solo podrá proponer su propia fe al que quiera oírla: su público no es más que un público y no la masa, pero no hay que olvidar que este público tiende a la humanidad.

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