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1. Esto no implica necesariamente que el artista cree para el público, como Sartre afirma respecto al escritor. Dejamos de lado este problema que toca a la psicología de la creación. Pero, incluso aunque el artista pueda crear exclusivamente para él, es decir que trate de resolver sus propios problemas convirtiéndose en artista, su obra, una vez acabada, se desprende de él, y es muy raro que el artista se limite a ser el único y exclusivo espectador, como en Chef-d’oeuvre inconnu, de buen agrado.

2. Vingt leçons sur les Beaux-Arts, p. 124. (Versión castellana: ed. Emecé, Buenos Aires.)

3. L’échange, acto II.

4. Se constata también en esto la diferencia existente entre el teatro y el cine, dado que lo que aparece en la pantalla debe ser expresado por el actor de una manera mucho más explícita y dirigiéndose antes que nada al intelecto. Además, a la ausencia del actor responde una especie de ausencia del público: la oscuridad y la arquitectura de las salas cinematográficas impiden que un «público» se aglutine como tal.

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