Читать книгу Mi gran boda millonaria онлайн

32 страница из 85

Levanto la cabeza y veo que el yeti me está mirando. Ojos penetrantes, oscuros, posesivos.

Vale, ya entiendo a lo que se refiere Courtney. Tiene el atractivo típico de todos los malotes. Es probable que me interesase si me gustase ese rollo, pero no me gusta. Prefiero a los chicos aseados, inteligentes y cultos.

Pero, entonces, ¿por qué noto un calor en la entrepierna?

Trago saliva y vuelvo a concentrarme en el libro, pero acabo por leer la misma frase una y otra vez.

Levanto la cabeza de nuevo. Me sigue observando con intensidad; sus ojos se posan en mí con una fuerza que me atrapa. Nadie me ha mirado nunca tan fijamente.

—¿Qué? —espeto.

Niega con la cabeza de forma casi imperceptible.

—Nada, solo que me gusta mirarte.

Estupendo.

Cojo el libro de la mesa, le doy la espalda y me lo coloco en las rodillas. «Pues espero que también te guste mirarme la nuca».

Consigo acabarme el capítulo de Mencio, pero el hormigueo que siento en el cuello no desaparece, ya que creo que todavía tiene la vista clavada en mí. Dios, sus ojos son increíbles, ardientes. No pestañea. Es como si hubiese identificado a su presa y estuviese a punto de abalanzarse sobre ella. Pero al rato lo oigo hablar con su amigo, el famoso, y me relajo un poco.

Правообладателям