Читать книгу Fundamentos físicos de la protección radiológica en odontología онлайн

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No fue hasta un par de años más tarde (1898) que los esposos Curie captaron la importancia del descubrimiento de Becquerel y, tras un exhaustivo estudio, lograron aislar el polonio (nombre dado en honor del país originario de Marie Curie, Polonia) y el radio. Demostraron así que la materia era capaz de emitir radiaciones ionizantes que no eran rayos X sino pequeños 'trocitos' de la misma, a los que se llamó partículas α, identificadas posteriormente como núcleos de helio. Ello obligó a plantearse por qué de esa especie de 'pudín' atómico siempre salían trocitos muy bien organizados: bien partículas α o bien electrones. El mismo Thomson modifica su modelo y acepta que el fluido atómico interelectrónico tampoco es algo homogéneo.

El descubrimiento de las partículas α llevó consigo la realización de multitud de experimentos, bombardeando con ellas blancos diversos. Y se hubo de esperar hasta 1911 cuando Rutherford, en unas experiencias de extraordinaria sofisticación, bombardea láminas de oro muy finas ('pan de oro') con un haz colimado de partículas α procedentes de un fuente de radio que, tras atravesar en su mayoría el oro, ionizándolo, impresionan una película: ¡¡las partículas α atravesaban la materia!! (Fig. 1.2). Pero su gran sorpresa todavía fue mayor cuando comprobó que la materia se evidenciaba 'casi vacía', ya que si el haz procedente del colimador llegaba a alcanzar justo el punto enfrentado, tras la lámina de oro, es que el oro no está 'lleno'. Además algunas partículas α (1 de cada 100.000) cambiaba de dirección incluso retrocediendo.

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