Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн

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– ¿Por qué os alteráis tanto Isabel? – preguntó el rey con un tono que denotaba su enfado por verse privado repentinamente del placer compartido.

– Por suerte se trata de uno de los soldados de vuestra guardia – dijo Isabel un tanto aliviada –, pero podría haberse tratado de la llegada de mi padre, y no creo que hubiera sido conveniente ni para mí, ni para vos, que nos encontrase de esta guisa.

Isabel completamente desnuda y apoyando sus brazos sobre el quicio de la ventana, presentaba a contraluz ante el rey una imagen extremadamente sensual. Su gran cabellera negra se deslizaba a lo largo de la espalda hasta el final de la misma, donde aparecían unos turgentes glúteos en forma de corazón invertido que descansaban sobre la esbeltez de unas interminables piernas.

El monarca pensaba que de haber estado cerca su pintor de cámara, le habría ordenado pintar un retrato de Isabel de espaldas, tal y como se encontraba en ese momento, para poder contemplar su desnudez cuando se le antojase. Tan erótica figura avivó en el monarca aun más los deseos de poseer a su amante.


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