Читать книгу El tesoro oculto de los Austrias онлайн
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Mientras continuaba la construcción del monasterio, Isabel se instaló en la Casa de Su Majestad en el Parque de la Fresneda, quedando a su cargo tanto el mantenimiento de la misma, como la responsabilidad de que todo estuviese dispuesto cuando la familia real se desplazara hasta ese lugar para su uso y disfrute.
El parque se había transformado en uno de los lugares predilectos de la propia reina, la cual se deleitaba con largos paseos a través de senderos arbolados y alrededor de grandes estanques de agua, donde hacía tan sólo unos años no había más que una era desarbolada.
En esos mismos años, Felipe II e Isabel continuaron con su relación extramarital y se entregaban a la pasión carnal cada vez que el rey, aprovechando que tenía que supervisar el avance de las obras del monasterio, se desplazaba a El Escorial sin la compañía de la reina y pernoctaba en el Parque de la Fresneda junto a su amante. No obstante, no todo fue disfrute y deleite. Por una parte, la entonces reina y tercera esposa de Felipe II, Isabel de Valois, fue alertada por personas de su confianza de las escapadas del rey. Por otra parte, los monjes jerónimos se encontraban en el mismo parque a tan solo unos metros de la Casa de Su Majestad. Ambos, intentaron no pocas veces influir en el rey para que pusiera fin a esa relación pecaminosa.