Читать книгу Apuntes de Historia de la Iglesia 6. Edad Contemporánea - Siglo XX онлайн

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Es la Verdad de Cristo la que el mundo necesita. Pertenece a los designios de la Providencia, como lo han enseñado un Papa tras otro desde hace más de 200 años, que el culto y devoción al Corazón de Jesús han de contribuir decisivamente a preparar la gran conversión anunciada en las Escrituras. La Iglesia no ha dejado de proclamar al mundo su esperanza en tal conversión; en realidad, doble, y conexa una con otra. Por una parte, la conversión universal, la de todos los pueblos (“el mar”, “las naciones”) que reconocerán un día a Cristo como a su Rey, a quien son debidos toda obediencia y amor.

Por otra parte, también está anunciada la conversión del pueblo de Israel (cuando se le descorra el velo que le impide reconocer en Jesús al Mesías aguardado: cf. 2Co, 3, 12-16), la cual será de inmenso bien para todas las naciones, todas las gentes. San Pablo expresa en el capítulo once de la Carta a los Romanos: “porque si su reprobación [–la de Israel–] ha sido la reconciliación del mundo [–ocasión de anunciar el Evangelio a las naciones–] ¿qué será su readmisión sino como una resurrección de entre los muertos?”. El Concilio Vaticano II, en la declaración Nostra aetate, expresa en estos términos la esperanza de la Iglesia en la conversión universal:

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