Читать книгу Apuntes de Historia de la Iglesia 6. Edad Contemporánea - Siglo XX онлайн

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“La Iglesia tiene siempre ante sus ojos las palabras del apóstol Pablo sobre sus hermanos de sangre, a quienes pertenecen la adopción y la gloria, la alabanza, la ley, el culto y las promesas; y también los patriarcas, y de quienes procede Cristo según la carne (Rm 9, 4s), hijo de la Virgen María. Recuerda también que los apóstoles, fundamentos y columnas de la Iglesia, nacieron del pueblo judío... Como afirma la Sagrada Escritura, Jerusalén no conoció el tiempo de su visita (cf. Lc 19, 42). Gran parte de los judíos no aceptaron el Evangelio (cf. Rm 11, 28) ... No obstante, según el Apóstol, son todavía muy amados de Dios a causa de sus padres porque Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación. La Iglesia, juntamente con los profetas y el mismo Apóstol (cf. Rm 11, 11-32), espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor y servirán como un solo hombre” (Sof 3, 9)4.

La vocación del pueblo de Israel, del que toma carne el Verbo, llamado a ser “luz de las naciones” –vocación, nunca cancelada– ha sido siempre confesada por la Iglesia por fidelidad a la palabra de Dios revelada, y pese a que ha pervivido cierto extendido antisemitismo en ambientes católicos. Ha sido pueblo sometido en la historia a grandes padecimientos, y no siempre sin culpa, pero al que Dios sigue manteniendo sus promesas. El Concilio Vaticano II ha querido poner más de relieve esta verdad.

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