Читать книгу Las metáforas del periodismo. Mutaciones y desafíos онлайн

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En la segunda década de este siglo los periódicos más importantes publicaban más de cien notas diarias, llegando en algunos casos a doscientas. Un empresario argentino suele jactarse en foros periodísticos de que su portal publica más de cuatrocientas noticias cada día. Como si alguien necesitara tanto. Claro que se mantienen en el mayor de los secretos los exiguos segundos que los lectores se quedan en las pocas piezas de la oferta pantagruélica que tientan al ratón a morder ese cebo masticado y enganchado en clickbaits. Los editores saben que la atención se concentra en no mucho más que el 20 %, por recurrir a la cifra de la ley de Pareto, que tiene una lectura mucho más intensa y participativa que la gran mayoría. Lo que se pone en evidencia es que no siempre lo que es interesante para las audiencias es importante para el periodista, quien considera que debe resistir a la tiranía del clic y seguir imponiendo su relevancia. Esta metáfora del faro persiste justamente en esa idea de que el periodismo debe ser la luz que guía a los barcos hacia la costa para que no naufraguen atraídos por los cantos de sirenas de los clickbaits, esas carnadas atractivas pero poco sustanciosas. Y expresa ese desprecio de las redacciones por la deslealtad de audiencias que se van atrás de cualquier anzuelo. Cuenta la leyenda que hubo un tiempo en que el título catástrofe era una facultad privativa de los editores de tapa. Hoy, muchos tuiteros manejan con la misma pericia las técnicas de la brevedad, pero con una desfachatez y humor que no pueden permitirse los medios “serios”. Para ellos la competencia es desleal incluso cuando es leal, cuando los medios compiten con comunidades en la red que comparten con frescura y desenfado las noticias de los medios y de otras fuentes.

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