Читать книгу Las metáforas del periodismo. Mutaciones y desafíos онлайн

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El periodismo contribuye, con noticias, opinión, titulares, datos, historias, crónicas, testimonios, y el resto de su rico arsenal. Trata de ordenar el desorden y dar sentido al vértigo. En sus mejores días, sobresale en la maraña con sus verdades enteras y a medias, a pesar de mentiras abiertas y disimuladas propias y ajenas. Usualmente, sus esfuerzos, valiosos y humildes, quedan sepultados en la avalancha de expresiones públicas –videos, memes, posteos en medios sociales, mensajes, invitaciones a clics. La ironía es obvia: las mayores posibilidades de expresión que tantas veces el periodismo justificadamente defendió en nombre de derechos democráticos, diluyen su presencia. ¿Cómo legitimar la histórica especialidad del periodismo cuando pareciera que todos informamos y comunicamos?

La saturación de información hace replantear el papel y el impacto del periodismo. Por más que uno esté convencido que el periodismo es importante y único, en tanto no hay otra institución encargada de hacer lo que mejor hace (o debiera hacer), no es obvio cómo sobresale en el ambiente saturado de (des)información, rumores, versiones, opiniones y el resto. De ahí que el problema no sea principalmente debatir los nobles ideales en el pedestal del buen periodismo, sino su posibilidad y viabilidad en una realidad comunicacional diferente a la sociedad moderna donde surgiera.

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