Читать книгу Si tuviera que volver a empezar.... Memorias (1934-2004) онлайн

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Universidad popular: Los estudiantes de la FUE de Segunda enseñanza y de facultades daban clases nocturnas a trabajadores de ambos sexos en materias como: Alfabetización, Sociología, Anatomía, Fisiología, Sexología e Higiene, Historia Universal, Medicina deportiva, etc. Estas clases se impartían en las propias aulas de la Universidad y también en la Normal. La asistencia era de tal magnitud que hay que valorar tanto el sacrificio de los estudiantes dando las clases, como el interés de la clase obrera por adquirir conocimientos. La FUE por este medio quiso corregir y acercar el proletariado a la Universidad, en un momento en que existía un elitismo totalmente disociado de las masas populares. Se distinguen en esta labor Manuel Usano Martín, José Cano Marqués, José Bonet Sanjuan, Francisco Bañón, Esparza, Juan Hernandis… por citar algunos compañeros.

Deportes: Este fue uno de los aspectos también importantes de la FUE, interesada en la difusión y práctica de los deportes entre los estudiantes, como base para disponer de una mente lúcida, así como de un cuerpo sano. El atletismo, como soporte fundamental de los deportes, era el más practicado, pero también se consiguieron muy buenas marcas en natación, baloncesto, rugby, hockey, fútbol… Son conocidos por haber obtenido buenos resultados en atletismo, Antonio Collado, Rafael Talón, Gabriel Julve, J. Antonio Caparrós, y como marca nacional José Lacomba. En rugby destacaron Usano, hermanos Figuerola, Solís, Baltasar Bonet, Codoñer. En baloncesto destacaron Campillo, Alzaga, Fernando Cantó, Sebastián Collar, Juan Marín, Caparrós… Muchos de los citados en sus diferentes modalidades –junto a todo el elenco del teatro universitario «El Búho» que, aunque sea repetitivo, hay que citar a Bartrina Castejón, Marco Orts, Tomás y Manuel Figuerola, Turégano, Solís, Julve, Soto, Blasco y Nebot Molada–, fueron seleccionados para participar en la Olimpiada popular, que debía inaugurarse en Barcelona el 19 de julio de 1936, y es en esta ciudad que les alcanzó la sublevación militar contra la República. Alguno de ellos participó en las barricadas el primer día, junto a las fuerzas de orden público fieles a la República y milicianos improvisados en horas, como ellos, que pusieron su granito de arena para que la capital condal aplastase rápidamente a los sublevados. Conozco a dos que desde ese día se quedaron en Barcelona y al poco tiempo eran oficiales de milicias: Manuel Solís y Gaspar Codoñer.


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