Читать книгу Si tuviera que volver a empezar.... Memorias (1934-2004) онлайн
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Por las mañanas realizábamos prácticas de radio, instalaciones telefónicas de campaña, señales de Morse con banderas y heliógrafos. Como estos ejercicios los realizábamos en un descampado y la temperatura, más que invernal, era glacial, no pude por menos que acordarme de mi madre que, en contra de mis deseos, me había camuflado entre la ropa interior calzoncillos afelpados largos que me fueron de gran utilidad. Es preciso hacer ahora un paréntesis para hablar, tan solo sean unas palabras, sobre el modo de ser de mi madre. La genialidad de su bondad tenía que estar presente en estos pequeños detalles. Mi madre era así y desde el nebuloso recuerdo de mi infancia siempre se me aparecía con su peculiar belleza, para mí la más serena y majestuosa. Tuvo nueve hijos y se dedicaba exclusivamente a ofrecernos su ternura y era su mayor satisfacción cuando nos veía reunidos a todos junto a ella. Era cariñosa y sencilla por su condición de gran mujer. Siempre he pensado que mi madre tenía una especial inclinación por mí. No fui el mayor de los hermanos, pero sí el primer varón. Esta circunstancia y el haber estado ausente de casa tantos años –como se verá– debieron influir en su sensibilidad cuando fui pequeño y también de mayor.