Читать книгу Si tuviera que volver a empezar.... Memorias (1934-2004) онлайн
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Un día se nos convocó a la Jefatura a la mayoría de los oficiales pendientes de destino y hubo una primera selección en la que Carlos Moncada y Manuel Serna fueron destinados a la misma compañía de una brigada de reciente creación y enseguida fueron destinados al Ejército de Extremadura. Carlos y yo sentimos la obligada separación y quedamos en escribirnos y poder coincidir en algún permiso. ¡Quién iba a suponer que días después de nuestra despedida iba a morir en el frente!
Otro día nos citaron al resto de oficiales y nos encontramos con el jefe de Transmisiones de la 68 División y a su comisario. Por su vestimenta más bien descuidada, aunque reglamentaria, se deducía en ellos a dos personas ya fogueadas en el quehacer de la guerra. Empezó el capitán Ródenas a hacer preguntas a los tenientes y cuando llegó mi turno le llamó la atención mi juventud. Como desde el primer momento que les vi me causaron una excelente impresión, tan pronto salió a colación mi edad les dije que aunque procedía de la Escuela popular, ya conocía el bautizo del frente, pues había estado en la defensa de Madrid. El capitán Ródenas que luego supe procedía del 5º Regimiento de Madrid, me fue preguntando por la unidad a la que había pertenecido y lugares por donde yo había estado. Según iba relatando lo solicitado observé que el capitán cruzaba su mirada con la del comisario Herranz. Su respuesta fue tajante: «Desde este momento te nombro mi ayudante». Me separé aparte, sin continuar ya mi interrogatorio y se me acercó el capitán para decirme que como le faltaba otro oficial para cubrir la plantilla de la compañía deseaba le dijese a quién le aconsejaba entre los que estaban allí. No lo dudé y le sugerí al teniente Esteban, que era persona muy introvertida pero en nuestras charlas se había unido a mi criterio de que el destino era lo de menos, lo importante era saber cumplir con nuestra obligación, donde nos enviasen. Pudo influir también, que me había separado de Carlos Moncada. Me hizo caso el capitán y dirigiéndose al capitán Sáez de Buruaga le dijo que preparase inmediatamente nuestros documentos de incorporación a la 68 División, ya que quería llevarnos consigo en su coche. Sin darnos tiempo a despedirnos y después de recoger nuestros equipajes salimos en dirección a Ciudad Real –durante la guerra civil se denominó Ciudad Leal–, donde se encontraban las fuerzas de la 68 División.