Читать книгу Psicología para terapeutas. Una guía esencial para terapeutas integrativos y complementarios y profesionales de la salud онлайн

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Cuando hablamos de terapia siempre nos referimos a ella como un proceso porque consta de un conjunto de fases sucesivas, que son las que posibilitan la verdadera transformación de los consultantes. Acortar estas fases, desconocerlas o suprimir alguna de ellas implica una disminución notable en la efectividad de nuestra terapia. Sepamos entonces qué es, cómo es, en qué consiste, qué tener en cuenta y cómo abordar un proceso terapéutico del inicio al fin…

El conjunto de fases que componen el proceso psicoterapéutico no deberían ser planteadas en términos estáticos o inmutables, pues si consideramos al consultante como un sujeto único e individual, con una historia, una carga genética y unas circunstancias particulares, tanto el tiempo de duración del proceso terapéutico como hasta dónde será capaz de llegar el consultante con nuestra ayuda no serán posibles de prever o controlar de antemano.

En este sentido, cada tipo de terapia y cada consultante requieren de tiempos propios que no pueden ser previstos de antemano. Si atendemos a los movimientos afectivos, cognitivos y comportamentales que va experimentando el consultante, nos damos cuenta de que estas fases son dinámicas, cambiantes y multidimensionales. Por tanto, podemos afirmar que la velocidad del proceso terapéutico es directamente proporcional a la velocidad de los cambios que va experimentando el consultante.


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