Читать книгу La democracia a prueba. Elecciones en la era de la posverdad онлайн
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Desde el año 2000 sólo hay una entidad que no ha variado su preferencia a lo largo de cuatro elecciones presidenciales –Guanajuato, que sistemáticamente respalda las candidaturas de Acción Nacional–, lo que muestra con claridad que las simpatías electorales no están dadas de una vez y para siempre, que los humores públicos y el respaldo a las fuerzas políticas son cambiantes. Y para que esos cambios se expresen de manera pacífica existen, precisamente, las elecciones.
EL CONGRESO: VEINTE AÑOS SIN UN PARTIDO DOMINANTE
Mientras que la división de poderes está contemplada desde el origen del texto constitucional, no fue sino hasta finales del siglo XX cuando se hizo una realidad que el Congreso fungiera como contrapeso al Ejecutivo, una vez que el presidente y su partido no tuvieron la mayoría de los votos en la Cámara de Diputados. Fue a partir de la elección intermedia de 1997, la primera celebrada tras la reforma de 1996 –que dio plena autonomía al Instituto Federal Electoral (IFE) y que introdujo condiciones de equidad en la competencia política–, cuando en la Cámara de Diputados la oposición tuvo por vez primera más asientos que el partido del gobierno.26