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España ha acabado siendo, en todo caso, uno de los países más castigados por la pandemia. Así lo revelan los datos comparados a principios de abril de 2021 (cuadro 1), y tanto aquellos que suman el total de infectados confirmados y el total de fallecidos, como los que ponen esas cifras en relación con el volumen de población (por cada 100.000 habitantes). España es el noveno país por número de infectados por la enfermedad, y el décimo por el de fallecidos, aunque ocupa posiciones más atrasadas si se usan medidas por habitante, y eso que su situación relativa ha mejorado tras la primera ola, pues el coronavirus ha perjudicado en mayor medida a otros países en las olas siguientes.
Como fuere, esas cifras –en España, pero también en otros muchos países– son solo aproximativas. En el caso de los contagiados, en la primera ola únicamente se contabilizaron aquellos que tuvieron que ser hospitalizados o con síntomas suficientes para dar aviso a hospitales o centros de salud, dejando fuera a los asintomáticos o con manifestaciones leves de la enfermedad. Y, en lo que atañe a los fallecidos, el recuento de las autoridades sanitarias ha sido casi siempre menor al que se ha aportado desde otros registros, también públicos (entre nosotros, el Instituto de Salud Carlos III o el Instituto Nacional de Estadística, por ejemplo, incrementando ambos en casi un 50 por 100 el número de fallecidos, aunque no solo incluyan los decesos causados directamente por la enfermedad)