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La vigilancia de los mercados es sustituida por la mano invisible del Mercado. Se da una “veridicción” del mercado: la producción, la necesidad, la oferta, la demanda, el valor, el precio, etc., todo ello lo dicta el mercado, no las autoridades como antes.

La razón de Estado y la legitimidad del gobierno pierden frente o son sustituidas por el desarrollo económico y la abundancia que se da en el s. XVIII por “la afluencia de oro y una relativa constancia de las monedas, un crecimiento económico y demográfico continuo en la misma época, una intensificación de la producción agrícola, etc.”, FOUCAULT, 2009: 44. El crecimiento económico no es ya “un juego suma cero” como cuando hablamos del oro que cuando está en manos de un estado aminora la reserva de los otros estados. Ya no es el oro, es la riqueza sin límites y colectiva de Europa a la que no perjudica la competencia, al revés se ve estimulada por ella.

Pues bien, en los ss. XVIII-XIX domina la filosofía del utilitarismo, cuyos representantes principales son JEREMY BENTHAM y de J. STUART MILL. El hedonismo propio de los epicúreos, que usaba el cálculo para cualquier elección, también va a aplicarse ahora a la demanda en Economía. La Economía y la sociedad se fundan en los deseos y hasta en los vicios de los individuos. Ambos sociólogos le añaden el cálculo y la utilidad social y la utilidad de lo social para el individuo; lo social es determinado por las preferencias individuales, pero sin preferir las de unos individuos sobre otros; es la famosa consigna atribuida a BENTHAM por J. STUART MILL: “everybody to count for one, and nobody for more than one” (omnes et unus).

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