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Para la Economía política vale el criterio de los hedonistas clásicos: el cálculo de los costes y beneficios de cada acción para elegir en cada caso la acción más conveniente y más placenterassss1. “El credo que se acepta como fundamento de la moral es la ‘utilidad’ o el ‘principio de la máxima felicidad’, el cual sostiene que las acciones son buenas en cuanto tienden a promover la felicidad, malas en cuanto tienden a producir lo opuesto a la felicidad. Por ‘felicidad’ se entiende placer y ausencia de dolor; por ‘infelicidad’, dolor y privación de placer” (MILL, 2002: 50).

Así es como las Constituciones y la Economía de los estados asumen la idea epicúrea de la felicidad. A través del utilitarismo de BENTHAM Y J. STUART MILL, se conforma una Economía de la felicidad ya en los ss. XVIII-XIX.

La felicidad como buen-vivir del ciudadano no es únicamente la actual corriente del “buen vivir”, tal como se refleja en la actual Constitución de Ecuador:

Art. 283.– “El sistema económico es social y solidario; reconoce al ser humano como sujeto y fin; propende a una relación dinámica y equilibrada entre sociedad, Estado y mercado, en armonía con la naturaleza; y tiene por objetivo garantizar la producción y reproducción de las condiciones materiales e inmateriales que posibiliten el buen vivir”. (…)

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