Читать книгу Una arquitecta del cambio social desde el activismo y las políticas públicas. Testimonios de rutas compartidas con Isabel Martínez Lozano онлайн

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El segundo de los componentes que configuran la tormenta perfecta para el nacional-populismo es la revuelta contra la otra globalización: la de las “elites cosmopolitas” y la inmigración. La nostalgia de la comunidad perdida.

En el caso del primero –la respuesta ante las “elites cosmopolitas”– el discurso compartido es igualmente claro: si el país tiene problemas, es porque las elites han robado el poder al pueblo y han traicionado a la nación. Unos y otros, Farage, Le Pen, Wilders, Orban, Trump, repetirán el mismo mensaje: “Hillary Clinton –dirá Trump durante la campaña– se reúne en secreto con los bancos internacionales y conspiran para destruir la soberanía de Estados Unidos y hacer más ricos a sus amigos, los poderes financieros globales”ssss1.

Romper con la comunidad internacional, las organizaciones supranacionales o la Unión Europea, se convierte así en una cruzada por la libertad, por la recuperación de la soberanía, por recuperar el control de nuestro país y de nuestras propias vidas dentro de las fronteras de la comunidad nacional. “Take back control”, es el eslogan que eligió la campaña del Brexit. “Gran Bretaña, por fin sois un pueblo libre”, dirá Donald Trump el mismo día en que el Brexit gana el referéndum. “Hungría no será una colonia y no vivirá atendiendo a las órdenes de poderes extranjeros” concluye Orbanssss1, un líder que, siendo candidato anunciaba que “[si no ganamos las elecciones] los extranjeros se van a llevar todo de este país”ssss1 y después advertía exultante “ahora nosotros somos los más fuertes, la era de la colonización ha terminado”ssss1, mientras Le Pen insiste en todos sus discursos en una división entre “globalistas” y “patriotas” que deja entrever que los demás partidos son en realidad anti-franceses a sueldo de poderes internacionalesssss1.

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