Читать книгу Una arquitecta del cambio social desde el activismo y las políticas públicas. Testimonios de rutas compartidas con Isabel Martínez Lozano онлайн
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Y si los demás políticos son agentes al servicio de los poderes internacionales, la libertad solo podrá venir de la mano de quienes sean completamente libres de servidumbres ante lobbies y grupos de presión, ante el poder cosmopolita y el capital internacional. De ahí la insistencia en aclarar “yo sí soy libre del dinero del petróleo que compra a todo el mundo –dice Le Pen– libre ante los bancos y las multinacionales, libre ante la Unión Europa y ante Alemania que la domina”ssss1. “Tengo todo el dinero que necesito y mucho más, a mí no me van a poder comprar –repite Trump– los donantes, los grupos de interés, los lobbies tienen mucho poder sobre los demás. Yo no acepto dinero de nadie. Nadie tiene control sobre mí excepto el pueblo de este país”ssss1.
Respecto al segundo elemento –la reacción contra la inmigración. Lincoln Quillianssss1, en una investigación sobre 12 países, ha puesto de manifiesto la estrecha relación que existe entre los períodos de dificultad económica y el aumento del prejuicio racial hacia las minorías foráneas. La clave que explica esa reacción –señala Quillian– es una vez más la percepción de una amenaza a su posición económica o social y la idealización de un tiempo pasado. Como indicábamos al comienzo, la tesis del populismo como resultado de la ansiedad económica no es incompatible con la tesis de la ansiedad cultural, al contrario, los inmigrantes pueden ser vistos como la encarnación de la globalización. Del temor a perder recursos sociales y económicos escasos, es fácil pasar al rechazo al inmigrante como un depredador social. Del temor a la competencia global, es fácil pasar el rechazo de quienes proceden de aquellos países capaces de producir más barato. Del temor al desempleo y no tener un salario digno, es fácil dar el paso de culpabilizar a quienes “vienen de fuera y trabajan por menos dinero”. Como señala Todorov, paradójicamente, “los países occidentales temen ser dominados económicamente […] nadie está completamente satisfecho con las condiciones en las que vive: a menudo tenemos la impresión de que esas condiciones están empeorando. ¿De quién es la culpa? Es tentador buscar una respuesta simple en una persona o grupo fácilmente identificable y es esa tentación lo que alimenta a los movimientos y partidos populistas. […] todo es culpa de los extranjeros”ssss1.