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Dicha amplitud ha hecho que autores como GARCÍA-PABLOS DE MOLINA o ZÚÑIGA RODRÍGUEZssss1 le adscriban su carácter pluridimensional. En este sentido ya el Séptimo Congreso de las Naciones Unidas de 1986, señalaba: “La prevención del delito y la justicia penal no deben tratarse como problemas aislados que pueden abordarse con métodos simplistas y fragmentarios, sino más bien como un conjunto de actividades muy diversas, que exigen la adopción de estrategias sistemáticas y enfoques especiales”ssss1. Este postulado se ratificó en las conclusiones del Décimo Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente de 2000 al indicar que en materia de prevención “Las intervenciones debían ser de carácter pluridimensional y posibilitar la coordinación de una amplia gama de iniciativas”ssss1.

Es así como el carácter pluridimensional de la prevención hace que ésta se deba manejar desde el contexto y las circunstancias socioeconómicas, políticas y culturales de cada país. Esto como consecuencia de que “el delito y la victimización se ven favorecidos por numerosos factores causales o de fondo, los cuales son resultado de una amplia gama de elementos y circunstancias que influyen en la vida de las personas y las familias a medida que pasa el tiempo, y de los entornos locales, así como situaciones y oportunidades que facilitan la victimización y la delincuencia”ssss1. Así las cosas, partiremos del carácter pluridimensional y político de la prevención, el cual reconoce que para dar respuesta al delito como fenómeno complejo se deben involucrar estrategias preventivas que le reconozcan como tal, planteando programas que combinen herramientas políticas de desarrollo y de derechos humanosssss1, marcadas por las diversas opciones políticas.

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