Adentrarse en el estudio histórico del Derecho disciplinario castrense es como penetrar en un ignoto y desconocido sendero, nunca antes transitado, ya que nadie parece haber estudiado hasta el momento, con la curiosidad del historiador y la rigurosidad del jurista, la total vida pretérita de las normas por la que han de regirse disciplinariamente las instituciones militares. Misterio que lo hace más atractivo, pero que también lo colma de peligros e incertidumbres, ya que corremos el riesgo, como podría ocurrir, de perdernos en las profundidades de una investigación incesantemente sugestiva.

Obtener una referencia, siquiera aproximada, a un Derecho especial relativo a la organización de los ejércitos no está exenta de ciertas dificultades, que se torna extrema respecto de sus orígenes más primitivosssss1. En este contexto, De Antequera nos recuerda que “la historia de la legislación propiamente dicha no puede ir a buscar sus orígenes en épocas tan remotas en que las conjeturas o las fábulas ocupan las más de las veces el lugar de la verdad, y de las que ninguna tradición se conserva en nuestras leyes antiguas ni modernas”ssss1.